Que nadie me dijera que la mejor terapia para reponerse de un despecho amoroso era mantenerse ocupada. Que nadie me dijera que el tiempo cura todo. La mejor terapia y la mejor cura era ver a este dios que había bajado a este infierno y se había instalado ahí a su lado, por infidelidad o condición, pero ahí estaba dándole olvido a esta confusión… que ya de ser turbia paso a ser destilada, con ese calor que mata.
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